Los Bravú en este proyecto se proponen reflexionar sobre su propia metodología artística. Arrojan luz sobre las complejidades que entraña el proceso, primero de dilución, y luego de fusión, a través del cual sus individualidades dan lugar a su peculiar identidad como dúo artístico. Para ellos se trata de generar un diálogo constante entre las obsesiones compartidas. Ello queda reflejado en la obra a través de una acumulación ansiosa de elementos dentro del marco pictórico, una narrativa volátil y llena de complejos giros y el gusto por la saturación de matices en la lectura o significación de la obra. A ello se añade una apropiación ecléctica y desprejuiciada de diversos estilos pictóricos en unamisma escena.

El núcleo del pensamiento estético de este dúo radica en su gusto por la tensión entre conceptos opuestos tales como alta y baja cultura, arte académico y arte de vanguardia. Llama la atención también su mirada insistente a las periferias socioculturales, en especial, a las formas de expresión cultural que suelen ser marginalizadas del canon del arte contemporáneo. Por ello dedican gran interés a la investigación (extendida a campos como la literatura, la música, la mística y la antropología) de los elementos patrimoniales del imaginario colectivo hoy vivo en Galicia y Asturias, territorios del noroeste de España en las que ambos artistas nacieron. Denominadas como “las tierras del fin del mundo”, estas regiones históricamente han sido consideradas periféricas, tanto dentro del contexto español, como del europeo. Como consecuencia en ellas se ha moldeado una identidad cultural propia, nutrida por las tradiciones populares, el aislamiento vital de sus individuos y el pensamiento mágico arraigado a sus peculiares paisajes naturales.

Los Bravú nos presentan para este proyecto, ideado como un único y gran relato, una serie de pinturas: escenas, ensoñaciones, fantasmagorías en las que priman el caos, lo fragmentario, la ruina y la melancolía. Con gran naturalidad se apropian de las claves fundamentales de la pintura metafísica italiana y del surrealismo para generar atmósferas densas, complejas y sobresaturadas. Lo entremezclan con códigos propios de la pintura académica, del barroco, del manierismo y, en especial, de  cierto clasicismo primitivo, cuyos principales ecos solo podemos escuchar en las pinturas murales en Pompeya que han logrado sobrevivir a la erupción del Vesubio o los retratos de momias de El Fayum. Dentro del palimpsesto de referencias por ellos armado, destacan también ciertos códigos pictóricos propios del arte urbano, grafitis y tatuajes por igual. Es una fantasmagoría donde el esperpento y la decadencia de la vida contemporánea contaminan a lo bello y lo trascendente, se abren paso y reafirman su lugar en el imaginario colectivo del futuro.

-Luis Sicre