ARCADIA

Miren Doiz

7 de noviembre, 2024 – 8 de febrero, 2025

El Apartamento, Madrid (Project Room)

Miren Doiz
Miren Doiz

La posición de Miren Doiz, con su mirada enfocada en los márgenes –o, si se quiere, en “lo marginal” de la pintura–, conecta con una tendencia dentro del arte contemporáneo español que busca desestructurar las operaciones estéticas de lo solemne en favor de lo real. No se trata de una versión trasnochada del Nouveau réalisme, sino de una ansiedad palpable, compartida por muchos artistas españoles, por desactivar la grandilocuencia del relato moderno y su aparente superioridad sobre la vida contemporánea. En esta serie reciente de obras, la artista pamplonesa aborda la pintura y la escultura por igual, tratándolas como lenguajes dúctiles y expansibles. Un aire dadaísta, con un leve matiz metafísico, impregna estos cuerpos barrocos, que constituyen un bricolaje absolutamente personal –a lo Lévi-Strauss.

Un paisaje personal (y culpable), instalación que inspira la exposición actual, es la segunda parte de un proyecto de 2022 surgido a raíz de reflexiones provocadas por la pandemia de COVID-19. Durante aquellos meses de incertidumbre y confinamiento, la artista experimentó un sentimiento personal de culpabilidad y ansiedad medioambiental. Un día, al ordenar su espacio, descubrió la cantidad de objetos inútiles que poseía. Decidió entonces clasificarlos y, en lugar de desecharlos –lo que solo trasladaría el problema a otros–, los convirtió en su material de trabajo. Neceseres, botes, cacharros inservibles, herramientas obsoletas, adornos, regalos, catálogos, libros y dispositivos tecnológicos desfasados conforman ahora su ajuar. Con este repertorio crea esculturas que pueblan el bosque otoñal y post-natural que nos presenta en esta muestra. Miren abandona las especificidades clásicas del arte y asume el rol de bricoleur.

El filósofo Glenn Albrecht acuñó un término que describe con precisión el sentido conceptual de la práctica artística de Miren Doiz: la “solastalgia” alude al sentimiento de angustia y nostalgia que se experimenta al ver cómo el entorno natural cercano se deteriora o desaparece debido a la intervención humana; es el vacío emocional que genera la acelerada transformación del mundo en las personas.

-Luis Sicre

 

Miren Doiz

obras

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), 2024
Instalación / Hierro, madera, vidrio, plástico, caucho, azulejo, cuerda, tela, cinta adhesiva, zapatillas, ropa, latas de pintura vacías, pegamento, cola para madera, pintura seca, linóleo, resina y pintura acrílica, entre otros

Dimensiones variables

Esta es la segunda parte de un proyecto que surgió en 2022 a partir de reflexiones personales directamente relacionadas con la situación provocada por la pandemia. Es una instalación realizada a partir de cosas, en su mayoría personales y otras encontradas, que me habían acompañado y que había acumulado durante años. El resultado ha sido una instalación que adoptaba formalmente la apariencia de un entorno natural, casi de un bosque.

Reflexiono entre otras cuestiones sobre el hecho de que nuestro actual modelo de consumo esta arrasando con nuestro planeta o lo está ocurriendo como consecuencia del uso masivo de plástico. Este último, un hiperobjeto, como lo define Anthony Morton que se distribuye masivamente en tiempo y espacio en relación con los humanos. Y que no solo nos rodea sino que a través del agua y los alimentos ha comenzado ya a formar parte de nuestros organismos e interactuar con nuestro ADN. Es curioso que los geólogos hayan comenzado a estudiarlo como un nuevo mineral dominante en nuestra época: el Antropoceno.

PROYECTO REALIZADO CON LAS AYUDAS A LA CREACION DE NAVARRA Y AYUDAS A LA CREACION 2023 DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Carnívora, 2024
Madera, vidrio, plástico, metal, caucho, zapatillas, ropa, mascarillas, caucho, cinta de tela, cola para madera, pegamento, resina y pintura acrílica
95 x 65 x 52 cm (37.4 x 25.6 x 20.5 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Cartuja, 2024
Hierro, vidrio, plástico, resina, caucho, azulejo, cuerda, cinta adhesiva de tela, zapatillas, ropa, mascarillas, pegamento, cola para madera, resina y pintura acrílica
188 x 70 x 35 cm (74 x 27.6 x 13.8 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Jarra vidrio, 2024
Latas de pintura vacías, ropa, zapatillas, plástico, pintura seca, linóleo, resina y pintura acrílica
42 x 45 x 50 cm (16.5 x 17.7 x 19.7 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Carnívora, 2024
Madera, vidrio, plástico, metal, caucho, zapatillas, ropa, mascarillas, caucho, cinta de tela, cola para madera, pegamento, resina y pintura acrílica
95 x 65 x 52 cm (37.4 x 25.6 x 20.5 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Cartuja, 2024
Hierro, vidrio, plástico, resina, caucho, azulejo, cuerda, cinta adhesiva de tela, zapatillas, ropa, mascarillas, pegamento, cola para madera, resina y pintura acrílica
188 x 70 x 35 cm (74 x 27.6 x 13.8 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Jarra vidrio, 2024
Latas de pintura vacías, ropa, zapatillas, plástico, pintura seca, linóleo, resina y pintura acrílica
42 x 45 x 50 cm (16.5 x 17.7 x 19.7 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Chimenea, 2024
Madera, aluminio, cerámica, ropa, hierro, latas de pintura vacías, zapatillas, plástico, pintura seca, linóleo, resina y pintura acrílica
142 x 56 x 55 cm (50.9 x 22 x 21.7 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Flamenco, 2024
Madera, aluminio, cerámica, ropa, hierro, latas de pintura vacías, zapatillas, plástico, pintura seca, linóleo, resina y pintura acrílica
142 x 56 x 55 cm (50.9 x 22 x 21.7 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Fluorescente, 2024
Madera, hierro, vidrio, plástico, caucho, ropa, mascarillas, tela reflectante, pintura seca, cola para madera, aluminio, caucho, resina y pintura acrílica
53 x 81 x 95 cm (20.9 x 31.9 x 37.4 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Chimenea, 2024
Madera, aluminio, cerámica, ropa, hierro, latas de pintura vacías, zapatillas, plástico, pintura seca, linóleo, resina y pintura acrílica
142 x 56 x 55 cm (50.9 x 22 x 21.7 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Flamenco, 2024
Madera, aluminio, cerámica, ropa, hierro, latas de pintura vacías, zapatillas, plástico, pintura seca, linóleo, resina y pintura acrílica
142 x 56 x 55 cm (50.9 x 22 x 21.7 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Fluorescente, 2024
Madera, hierro, vidrio, plástico, caucho, ropa, mascarillas, tela reflectante, pintura seca, cola para madera, aluminio, caucho, resina y pintura acrílica
53 x 81 x 95 cm (20.9 x 31.9 x 37.4 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Tubo de escape, 2024
Hierro, tubo de escape, plástico, ropa, pintura seca, linóleo, resina y pintura acrílica
227 x 85 x 70 cm (89,4 x 33,5 x 27,6 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Árbol cubo, 2024
Hierro, ropa, cubo de plástico, tela, cuerda, pintura seca, vidrio, resina y pintura acrílica
227 x 87 x 38 cm (89,4 x 34,3 x 15 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Árbol guitarra, 2024
Hierro, madera, ropa, guitarra, latón, pintura seca, poliestireno, resina y pintura acrílica
208 x 58 x 58 cm (81,9 x 22,8 x 22,8 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Tubo de escape, 2024
Hierro, tubo de escape, plástico, ropa, pintura seca, linóleo, resina y pintura acrílica
227 x 85 x 70 cm (89,4 x 33,5 x 27,6 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Árbol cubo, 2024
Hierro, ropa, cubo de plástico, tela, cuerda, pintura seca, vidrio, resina y pintura acrílica
227 x 87 x 38 cm (89,4 x 34,3 x 15 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Árbol guitarra, 2024
Hierro, madera, ropa, guitarra, latón, pintura seca, poliestireno, resina y pintura acrílica
208 x 58 x 58 cm (81,9 x 22,8 x 22,8 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Yogurtera, 2024
Plástico, metacrilato, madera, cerámica, ropa,
tostadora, pintura seca, linóleo, resina y pinturas acrílicas
31 x 58 x 42 cm (12,2 x 22,8 x 16,5 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Manguera, 2024
Hierro, madera, moqueta, hojalata, manguera, poliestireno,
resina y pintura acrílica
146 x 60 x 50 cm (57,5 x 23,6 x 19,7 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Flor extraterestre, 2024
Hierro, madera, ropa, caucho, pintura seca
aluminio, linóleo, resina y pintura acrílica
131 x 38 x 44 cm (51,6 x 15 x 17,3 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Yogurtera, 2024
Plástico, metacrilato, madera, cerámica, ropa,
tostadora, pintura seca, linóleo, resina y pinturas acrílicas
31 x 58 x 42 cm (12,2 x 22,8 x 16,5 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Manguera, 2024
Hierro, madera, moqueta, hojalata, manguera, poliestireno,
resina y pintura acrílica
146 x 60 x 50 cm (57,5 x 23,6 x 19,7 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Flor extraterestre, 2024
Hierro, madera, ropa, caucho, pintura seca
aluminio, linóleo, resina y pintura acrílica
131 x 38 x 44 cm (51,6 x 15 x 17,3 in)

Miren Doiz
Dokoupil, Sandra, Antoine y yo, 2021
Marco de madera, madera, pintura plástica seca, tablero aglomerado y tira de resina, cola para madera, resina y acrílicos
200 x 130 cm (78.7 x 51.2 in)

Miren Doiz
Sandra, Antoine y yo, 2021
Marco de madera, madera, pieza de salpicadero, acrílico y resina
200 x 130 cm (78.7 x 51.2 in)

Miren Doiz
Dokoupil, Sandra, Antoine y yo, 2021
Marco de madera, madera, pintura plástica seca, tablero aglomerado y tira de resina, cola para madera, resina y acrílicos
200 x 130 cm (78.7 x 51.2 in)

Miren Doiz
Sandra, Antoine y yo, 2021
Marco de madera, madera, pieza de salpicadero, acrílico y resina
200 x 130 cm (78.7 x 51.2 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Árbol caído, 2024
Hierro, madera, moqueta, hojalata, manguera, poliestireno, resina y pintura acrílica
146 x 60 x 50 cm (57,5 x 23,6 x 19,7 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Aleta de tiburón, 2024
Hierro, madera, moqueta, hojalata, manguera, poliestireno,
resina y pintura acrílica
146 x 60 x 50 cm (57,5 x 23,6 x 19,7 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Planta amarilla, 2022
Hierro, cerámica, caucho, manguera, resina y pintura acrílica
54 x 20 x 15 cm (21,6 x 7,9 x 5,9 pulg.)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Aleta de tiburón, 2024
Hierro, madera, moqueta, hojalata, manguera, poliestireno,
resina y pintura acrílica
146 x 60 x 50 cm (57,5 x 23,6 x 19,7 in)

Miren Doiz
Un paisaje personal (y culpable), Planta amarilla, 2022
Hierro, cerámica, caucho, manguera, resina y pintura acrílica
54 x 20 x 15 cm (21,6 x 7,9 x 5,9 pulg.)

Miren Doiz
Interestratos (Galán), 2023
Acero inoxidable, linóleo, resina, tela adhesiva
cinta adhesiva y pintura
103 x 33 x 41 cm (40,5 x 13 x 16,1 in)

vistas de la exposición

Plasticidad y sedimento; memoria y erosión.

“Los hombres desean lo eterno y buscan la felicidad en lo que es efímero, así como el río que intenta detenerse y, en su furia, destruye su cauce y sus orillas.”

Jacopo Sannazaro (Nápoles, Italia, 1504)

Miren Doiz, una de las voces más inquietantes del arte contemporáneo español, presenta en esta nueva exposición una serie de ensamblajes que oscilan entre la creación estética y la sensibilidad ecológica. La artista toma como punto de partida el concepto de “solastalgia”, ese malestar emocional que provoca ver cómo la naturaleza se degrada bajo la influencia de la decadencia humana, para evocar un territorio de duelo y resistencia. Así, la obra de Doiz se convierte en un espacio donde naturaleza y desechos convergen, revelando el peso de la intervención humana.

En cada pieza, materiales encontrados –objetos reciclados, fragmentos industriales y vestigios de un consumo excesivo– se funden con elementos pictóricos para dar forma a cuerpos híbridos que desafían las categorías tradicionales de la escultura y la pintura. Doiz emplea una técnica que capta, a través de la intensa plasticidad de sus formas, una sensación de erosión: este proceso parece ser el núcleo de su imaginario. Así, sus ensamblajes se erigen como testigos de un ecosistema degradado, donde cada fragmento exuda la carga de una naturaleza en perpetua transformación y amenaza de colapso.

Al trabajar con materiales desechados, Doiz introduce una dimensión ética en su práctica artística, cuestionando la relación de consumo y desecho que define la modernidad. Al reciclar estos restos, no solo crea arte, sino que transforma la contemplación en introspección, invitándonos a reflexionar sobre los vestigios que dejamos atrás, tanto físicos como simbólicos. Nos propone un ejercicio de conciencia sobre cómo nuestras decisiones y nuestro legado afectan los paisajes del futuro.

Doiz crea, en esta exposición, un paisaje emocional donde la fragilidad de la naturaleza se yuxtapone a la dureza de los materiales reciclados; en este entorno, la estética de lo fragmentado y abigarrado cobra un sentido casi ritual. Sus obras nos recuerdan que la belleza del mundo pende de un equilibrio precario y que nuestra relación con él aún puede definirse. Es una invitación, en última instancia, a repensar nuestras huellas y a ver las cicatrices de la naturaleza no como derrotas, sino como alertas hacia una reconciliación posible.

Alrededor del concepto de Arcadia, Doiz establece un contrapunto irónico a las aspiraciones utópicas de la relación del ser humano con la naturaleza. La Arcadia, ese paraíso pastoral de paz y armonía idealizado durante siglos, es aquí una referencia cargada de ironía: en su obra, Arcadia ya no es un refugio fértil, sino un espejismo que expresa la frustración de las utopías modernas ante las contradicciones posmodernas. Doiz nos enfrenta, en lugar de paisajes verdes y plácidos, a un mundo donde la Arcadia se ha convertido en tierra yerma y hostil, un espacio marcado por cicatrices y deudas derivadas de un progreso desmedido.

Este nuevo paisaje –un espacio de ruinas y desechos– revela a un ser humano que, en su intento de dominar la naturaleza, ha transformado su Arcadia en un terreno de sombras y desolación. Los ensamblajes de Doiz, construidos con materiales reciclados y objetos descartados, subrayan esta realidad tangible y desafían al espectador a contemplar las ruinas de la modernidad y a aceptar su propia complicidad en esta transformación.

Así, Arcadia se convierte en un símbolo cargado de advertencias y ambigüedades. Nos habla de lo perdido, de la distancia irónica entre nuestras aspiraciones de un mundo ideal y la distopía contemporánea. En última instancia, Doiz transforma el espacio expositivo en un memento mori colectivo: una llamada a reconocer que la única Arcadia posible reside en nuestra capacidad de frenar la destrucción. A través de su obra, Doiz desmonta la ilusión de una naturaleza perfecta y expone el peso de nuestras decisiones en la creación de un futuro que, aunque quizás nunca sea Arcadia, podría aspirar a ser habitable.

La figura del bricoleur, según Lévi-Strauss, resuena en el trabajo de Doiz: alguien que construye con lo disponible, aprovechando los fragmentos que otros desechan y creando sentido a partir del caos y el residuo. Este proceso intuitivo permite a Doiz confrontar la materialidad de su entorno de una manera crítica y visceral. Sus esculturas y pinturas expandidas funcionan como una suerte de arqueología visual, una búsqueda en capas sedimentarias de objetos, memorias y experiencias personales, donde lo superpuesto, lo caótico y lo tóxico convergen en una estética cargada de resonancia emocional.

Este enfoque acumulativo y arqueológico conecta su imaginario visual con la tradición dadaísta y surrealista, donde lo absurdo, lo poético y lo caótico se entrelazan para subvertir el significado convencional. Al igual que los objetos encontrados de Duchamp o las composiciones oníricas de Ernst, las piezas de Doiz alcanzan su fuerza al rechazar la pureza formal y la linealidad narrativa. En cada objeto persisten sus cicatrices, y en su disposición surge una narrativa no verbal que invita a la contemplación simbólica y crítica.

El paisaje instalado de Doiz, un bosque nacido de desechos, recuerda el horizonte devastado de Europa después de la lluvia II (1940-1942) de Max Ernst, donde el espectador se adentra en un territorio de ruinas y reflejos distorsionados. En ambos trabajos, la vegetación es un eco de descomposición: en el bosque de Doiz, cada fragmento revela historias de desgaste y abandono, una vegetación simbólica que resuena con el lamento de lo residual, lo tóxico, lo sedimentado. Al igual que en Ernst, encontramos en esta decadencia la persistencia que subyace en lo destruido.

 

-Luis Sicre

Neceseres, botes, cacharros inservibles, herramientas obsoletas, adornos, regalos, catálogos, libros y dispositivos tecnológicos desfasados conforman ahora su ajuar. Con este repertorio crea esculturas que pueblan el bosque otoñal y post-natural que nos presenta en esta muestra. Miren abandona las especificidades clásicas del arte y asume el rol de bricoleur.

– Luis Sicre