A finales del S. XVIII se inaugura la mayoria de los museos de ciencias naturales de Europa. Sus colecciones estaban llenas de especímenes traídos de las colonias que estos países habían sometido.
En 1884, Henri Rousseau comienza su carrera artística como pintor, a la edad de 41 años.
Bajo una mirada ingenua, Rousseau, alterna las pinturas de corte nacionalista con la producción de una serie de cuadros muy singulares. En estos representa en medio de exhuberantes junglas tropicales, una suerte de fauna onírica. Llaman especialmente la atención las evidentes anomalías formales y la desproporción en la representación de aquellos animales. Rosseau, nunca salió de Francia y, sin embargo, construyó su exótico imaginario a partir de sus continuas visitas al Museo de Ciencias Naturales de Paris y, en especial, a su Jardín Botánico.
Es justo ese segmento de la obra del reconocido pintor francés la que le resulta más fascinante a Nacho Martín Silva. Es por ello que la apropia como punto de partida en el desarrollo del proyecto Extraño Paraiso.
La manipulación de material científico y documental para la construcción de ficciones es una de las ideas que persisten en todo el trabajo de Martín Silva. A través de su característico lenguaje pictórico, sustentado en la construcción fragmentaria del cuadro, llama la atención sobre la ruina de la veracidad de las imágenes en el mundo contemporáneo.
En esta exposición, el artista plantea un recorrido por la idea de paisaje y por la idea de naturaleza. Se detiene con especial atención ante una naturaleza comprendida desde el punto de miras de la modernidad; que ha sido convertida en espectáculo y, a la vez, en sujeto de observación.
Vale la pena destacar que Martín Silva no aborda la cuestión del paisaje desde la militancia ecológica. Desde una posición con cierta dosis de ironía, busca reflexionar acerca de la relación que como individuos nos vincula a nuestro entorno.
Fragmentos de obras de la historia del arte, documentación visual sobre la historia de la taxidermia, patrones decorativos para papeles de pared que responden a nombre como Habana, Cuba o Tropicana, flora extinta en Cuba o pruebas nucleares en paisajes construidos especificamente para ese fin; son el material que nutre su imaginario a propósito de este proyecto.