“Suspiros de arena” nace de un gesto que se define entre primario y meditativo: tomar arena entre las manos y soltarla con intención sobre el lienzo crudo, como si cada forma fuera un aliento suspendido, un suspiro que ancla el instante. Esta técnica evoca el ritmo orgánico de la respiración: inhalar, exhalar; tomar, soltar; existir.

Las formas suaves que se revelan no buscan representar nada fuera de sí. No son imágenes, sino presencias. Capas de arena de mar que aluden al viaje invisible y persistente de la arena a través del viento, su tránsito constante entre lugares, tiempos y cuerpos. Hay en estas obras un homenaje a lo impermanente, pero también una voluntad de permanencia: de fijar lo efímero en la memoria del lienzo.

Suspiros de arena es una práctica de atención plena donde el cuerpo, la materia y el tiempo se funden. No se trata de crear formas, sino de permitir que estas emerjan. En su aparente suavidad, estas piezas contienen la memoria del movimiento, la fragilidad del instante y una invitación silenciosa a la presencia.