El artista parte de las teorías de la armonía cromática para analizar las relaciones entre los diferentes colores y cómo esta relación obedece a un lenguaje a veces inconsciente, a veces condicionado. Para ello, se apropia de fragmentos de estadísticas que reflejan la composición política de diferentes Parlamentos o Congresos. Cada círculo representa un «color político» dentro de un segmento parlamentario. El artista sobredimensiona las estadísticas hasta una escala casi colosal.
Cada obra es un experimento donde el comportamiento abstracto de las armonías cromáticas tiene una doble lectura y remite a las armonías o disonancias políticas en el mundo contemporáneo. Polarización, mezcla, sincronía, disonancia, estridencia son algunos de los conceptos que aparecen en esta obra que es, sin duda, un análisis muy cínico del estado de salud de las democracias contemporáneas.