"Hace un tiempo que todos los cerapios
nos migramos pa WhatsApp. Fue indetenible. Desde entonces pernoctamos en
una casa de techo verde-vómito, paredes verde-ciruela bioluminiscente,
puertas verde-mamoncillo, tirando a verde-Martí, y ventanas
verde-cadete. Creamos grupitos (LegnaenLavana, Pancha plancha en
4knchas, Las directoras de coro, Pal krajo la inmanencia...). Nos
tiramos el tra con cancioncitas del antier y con heroínas de las buenas
nos consolamos sin pausa de los amores que se fugan en faldita de
cancán. Lo mejor de esta libreta de direcciones es que tocamos en las
tumbas y todo(s) se no(s) da(n): baqueros y caínes, severos y calvos
pa(n)dilleros... se nos suben al coro del ¡ay, croa! También vienen
extremas de jauría. Y no falta el durako en nasobuco. Ni los que dejaron
el arte pa driblear a su aire en el grafiti, el perreo, la moda, la
alta y las bajas cocinas. Aquí no nos falta nada. Esto es teoría y
práctica contra tu mal de ojo. Y lo que se siente se stickea y lo que se
sueña se gifea. Los santos nos guarden de los emoticones y de no
movernos por flashazos al compás de la epilepsia, o de tragar y
regurgitar en otro idioma que en la lengua de cuje de lo impar, de lo
cosita. Cuando estoy wasapeando hasta la madru, a veces me interrumpe,
siempre exacta a las 2 de la mañana, la manito de Dios, su anunciación,
que me arranca una copia de mis chats, dizque pa asegurármelos, en el
pimpollo de la(s) nube(s). Entonces, recuesto en la ventana mi cabeza
gentil, y me pongo a soñar con esos días en que subsistíamos con medio
sms y una docena de perdidas. Es verdad que la vida te sorprende y que
levantarse vale la pena solamente por saber qué nueva canción de BB se
va a pegar... Un color clásico es un regalo que no nos despecha nunca.
Dios nos cría y el verde WhatsApp nos junta. Esto es Cancha. No hay más
na."
Jamila M. Ríos