¿Puede una sola obra resumir la era de la imagen? Blow Up nos acerca esa posibilidad. No en tanto que pieza única -el conocido film de Antonioni-, pero sí a través de las actualizaciones que, por más de medio siglo, han convertido este título en un proyecto de largo recorrido: de la fotografía a la narrativa, del cine a la fotografía digital, de la imagen al sonido, del grano al píxel, de la cámara Contax a la máquina de escribir Remington, del blanco y negro al color, del revelado convencional a la impresión digital. Y de Queco Larraín a Julio Cortázar, de Cortázar a Antonioni, de Antonioni a Brian De Palma, De Vanessa Redgrave a John Travolta… Todo esto es resumido por Joan Fontcuberta a base de pixelar el misterio original de Blow Up hasta el punto en que ya no podemos distinguir su verdad oculta. Las fotografías de Leandro Feal, por su parte, vienen de la tradición de Queco Larraín. Koudelka, Boris Mikhailov y otros fotógrafos que Fontcuberta suele deconstruir y para quienes la realidad suele brotar de súbito. Si Feal nos revela unas realidades, Fontcuberta las desvela. Si Feal saca a flote lo no visto, Fontcuberta trata con lo que nunca alcanzaremos a ver. El pulso entre ambos define la tensión de la fotografía en toda su historia. Y esa tensión hace de este proyecto no sólo un ejercicio expositivo sino una lección magistral de las posibilidades y los límites del hecho fotográfico. Iván de la Nuez